lunes, 3 de marzo de 2008

El Maldito Lunes...

... en el cual regresas a clases, el primer día de clases, es tan inesperado, aun a sabiendas de que llegará. Cuantas veces nos encontramos en la situación de tener que asimilar que se acabaron las vacaciones y debemos volver al yugo matinal de formar filas y saludar a la directora.

Hoy me encontraba viajando rumbo a laburo, sentado dentro de un colectivo que se sacudía como coctelera, por la ventana veía caras largas, oprimidas, abrumadas, analizaba los rostros y solo encontraba miradas decaídas, expresiones de rabia, rastros de lágrimas, algún que otro llanto reprimido quizás; sin saber bien que había sucedido, trataba de descubrir el origen de todo aquello, cuando una voz a mi lado, medio en serio y medio en risas me dijo: "Ahh! que tiempos aquellos, como odiábamos volver al colegio. ¿Te acordas el primer dia de clases?"

"¡Claro!" Pensé. Como lo había olvidado, era ese maldito lunes, posterior al termino vacacional que siempre había lamentando, lo sentía como si todo el año ya estuviera apoyado en mis hombros, presionando por enterrarme. El retorno a clases. La vuelta a colé. Comienzo de clases.

¡Como se sufría!. ¿O no era así?.

Se sufría!!!, bien digo porque inmediatamente al ver esas caras y recordarme el sufrimiento de antaño, mi mente otrora ociosa, me decía que era etapa superada. Y si bien algunos tienen la posibilidad que le permite el trabajo de dormir hasta tarde, reponiendo todo el sueño perdido en aquellos años, siempre esta latente dentro de los recuerdos de uno mismo.

En retrospectiva recuerdo un primer día de clases muy especial. El primero de la secundaria. Que fue martes en realidad y por eso lo recuerdo.
El primero digamos, en términos generales, ya que por aquel entonces un paro docente había puesto en jaque el inicio de clases postergandolo nada mas y nada menos que 18 días, es decir que un 22 de marzo aproximadamente, luego de varios días de pisar la puerta y encontrarme con que seguía el paro, pude al fin conocer realmente a mis compañeros de curso, si bien sabia de antemano el nombre de algunos por la cantidad de veces que no encontramos los días anteriores, nunca espere encontrarme con un "zurdito" de apellido Herrera, con quien habíamos cruzado divergencias los días anteriores, incluso el anterior, el Maldito Lunes que me levanto de la cama y me llevo a la escuela para hacerme izar la bandera, confirmarme que estaba en 1º B y que empezábamos al día siguiente, nos había puesto de lados diferentes de un mismo bote que acabábamos de "tomar prestado" en el lago del Parque Sarmiento, antes de las 10 am, horario en el cual abría formalmente el alquiler de dichos trastos. Discusiones, tirones, gritos y otros compañeros que nos separaron, hicieron que no peleáramos, a riesgo de terminar peleando el barro del fondo del lago.
Como si de una premoción se tratara, al día siguiente, sabía que la revuelta anterior tendría continuación y final.

Pasaron las 2 primeras horas, Matemáticas, aburridas totalmente, al termino de la 3ª hora venia el primer recreo, en ingles ya nos habíamos tirado palos con el zurdito, solo fue cuestión de que sonara el timbre y la profe cruzara la puerta, para que sintiera 2 zopapos a la altura de las orejas. El zurdito me había ganado de mano y arrebato primero, pero a los 2 minutos ya lo tenia en el piso recibiendo piñas. En plena paliza que se llevaba, medio aturdido por los gritos y la euforia de pelea, nos descubrió Filippi, un preceptor de 3º, que tenia la misma cara de malo, que los cuatreros de Bonanza, recuerdo que me levanto de la oreja derecha y al zurdito de las "clinas", nos metió media patada en el orto a cada uno y nos llevo derechito a la preceptoria.

El sermón del camino hasta dicho reducto, expuso la sanción para ese tipo de atropellos: La expulsión del instituto. A mi se me congelo hasta el alma, al pensar que me expulsarían el primer día de clases. Sentados en bancos de madera mirábamos de reojo la redacción de las cartas que exponían la sanción, cuando de entre las sombras que proyectaba un mueble, apareció "la Regente", en dos gritos pidió explicación y la obtuvo en pocas palabras: "Estaban peleando, es expulsión!", ella nos miro de frente, y fue tal vez que era el primer día de clases o quizás la cara de susto de ambos (voto por esto), que solo nos puso 2 "dos" amonestaciones, con la promesa de no volver a cometer el mismo error.

Si bien fue como una salvación que no amonestaran, no sabemos un el porque de tan ridícula sanción, 2 amonestaciones, cuando no traer firmado el cuaderno de notificaciones implicaba recibir 5 amonestaciones.

Creo que fue por se trataba de un primer día de clases en Martes, si hubiera sido el Maldito Lunes, habríamos sido expulsados y recordaría el terrible cagadon a palos que me hubieran puesto en casa.

Ese fue mi recuerdo del retorno a clases, demoro solo 3 cuadras del colectivo y 2 semáforos para que volviera a vivir las imágenes como si de ayer se tratara, mejor que pasara rápido, no sea que me deprimida como esos niños que regresaran de sus tan cortas y esperadas vacaciones a apostar si el futuro les dará una chance con lo que aprendan el día de hoy.

Que lindo es haber pasado esa etapa y poder recordarla solo con ver a otros en la misma situación.

¿O no?.


1 comentarios:

MirkoEmir dijo...

Yo sufría cada maldito lunes de vuelta al colegio, sobretodo porque ver a mis compañeros de clase que el día anterior habíamos estado jugando al futbol en la cancha de basquet, o haber estado tirados en algún banco de la plaza solamente pasando el tiempo, ahora estaríamos aprisionados dentro de los límites del colegio.
Pero me dolió mucho más el maldito lunes que tuve que empezar la secundaria, porque fué cambiar totalmente de ambiente, ir a otra ciudad e incluso tratar de rolarme con compañeros que no conocía; ademas de bajar de un colectivo de larga distancia que llegaba siempre 10 minutos tarde al inicio de clases y ver la mirada de envidia de todos los compañeros. El primer año fué traumático.

 
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